La quinta parte de la serie “trabajadores de dharma pracar” aborda los acaryas (instructores) en tiempo integral: los monjes y monjas que se dedican exclusivamente a la misión de Baba, renunciando, para eso, a sus vidas personales, sociales y familiares.

Para ser un WT (wholetimer o, en traducción libre, persona dedicada en tiempo integral) es preciso, primero, pasar un tiempo trabajando como LFT y, enseguida, ingresar a un entrenamiento con duración media de tres años (con variaciones para más o para menos), al final del cual los participantes ya están habilitados para enseñar la filosofía de Ananda Marga. A continuación, pasan por un entrenamiento de un mes, para aprender a enseñar las seis lecciones de sahaja yoga (el sistema de meditación que los margiis aprenden). Al concluir esa etapa, son considerados acaryas – personas que enseñan por medio del ejemplo.

Cada acarya recibe, entonces, un “posting” – un lugar para trabajar que, como regla general, debe ser en un país distante de su lugar de origen – existen, entre tanto, excepciones a la regla. Los nuevos acaryas son, inicialmente, llamados de brahmacarii/brahmacarinii (hombres/mujeres) y se visten con ropa blanca abajo y naranja encima. Después de algunos años de dedicación, reciben una lección especial (kapalika) y pasan a usar el uniforme enteramente naranja. A partir de entonces, son llamados de avadhuta/avadhutika (hombres/mujeres) y asumen un compromiso: el de trabajar para la misión y para la ideología de Ananda Marga, por cuántas vidas sea necesario, hasta que el último ser se ilumine.  

La historia de la monja Avadutika Ananda Sushilla Acarya, que trabaja actualmente en Porto Alegre, RS (Brasil) representa bien el recorrido necesario para volverse un WT. Ella comenzó su jornada sirviendo durante ocho meses como LFT, en Taiwán (su país natal). Enseguida, estuvo un año y cuatro meses en el centro de entrenamiento de monjas en las Filipinas. Después, partió para el entrenamiento de acarya en la India. Formada en economía, ella nunca había pensado en ser monja anteriormente, pero la experiencia con Baba cambió su mente, al punto de sentir que no la atraía nada más.

“Yo tenía muchas dudas. ¿Será que puedo? Entonces, en una meditación le pregunté a Baba. ‘Tú decides si voy a ser didi o no, yo no tengo como decidir’. Baba no me respondió. Entonces, le dije a Baba: si haces ese gesto en tu conferencia [de cruzar los dos dedos] significa que voy a ser didi. Después de tres días hubo un Darshan de Baba en Bengalí y yo no sabía que decía. Cuando estaba terminando, Baba, de repente, hizo un primer gesto como el que yo había pensado, pero pensé con mi mente “Baba, no es éste”. Entonces Baba, hizo el segundo gesto dos veces. Después salió y yo sentí un escalofrío. Entonces, este fue el último toque para no tener más duda. Por eso yo me hice didi”.

Didi Sushiila se dice muy inspirada por su actual momento, con varias realizaciones, entre ellas un Festival de Yoga (http://festivaldeyoga.com.br/) y una serie de workshops sobre lo femenino. Didi, entre tanto, ya pasó por períodos difíciles, como no tener una casa donde vivir. Pero la resiliencia ante las dificultades es una característica que muchos didis y dadas afirman tener, por sentir que existe algo que los mantiene en la misión. Es el caso del Acarya Nirvedananda Avadhuta, que nació en Camerún y hoy trabaja en el Brasil. Pasó recientemente por muchos desafíos de salud – su mayor shock como monje, según afirma. Una neumonía lo dejó hospitalizado en la UTI, seguida de dolores en la columna muy fuertes, que le impedían dormir y meditar. En vez de desistir, siente que los desafíos lo reafirmaron aún más en la misión de Baba.

Dada relata que, al volver del hospital, no conseguía subir las escaleras en donde vive sin ser cargado. Dos días después, sería el día de hacer la meditación kapalika. Mantuvo su compromiso, aun precisando ayuda para salir de casa. La práctica fue tan fuerte que, al retornar a casa, pudo subir las escaleras solo. “Nuestra vida ideal es desafío y la energía cotidiana de kapalika desarrolla la devoción”, comenta.

Hasta conocer a Ananda Marga, Dada creía que meditación era religión – estaba, inclusive, volviéndose ateo. Entre tanto, comenzó a frecuentar regularmente dharmacakras, después de haber sido iniciado por un monje que había conocido en una conferencia. Junto con eso, recebio algunas asanas para practicar. “Cuando comencé a practicar yoga sentí a Dios y pensé que podría dedicar mi vida a enseñar eso a las personas”. Dada planeó muy bien su camino, terminó sus estudios de economía y trabajó por un tiempo en un empleo público estable. “La inspiración llegó despacio, fue construida. En 1982, decidí que sería monje, pero sólo salí del país en 1987, con consciencia”.

La brasileña Brahmacarinii Shivanii Acarya despertó a la espiritualidad temprano, lo que la llevó a una gran búsqueda. Pasó por hare krshnas y taoístas, hasta que conoció a Ananda Marga en una conferencia del Acarya Jinanananda Avadhuta en Mato Grosso (Brasil). En 2013, dejó su cargo de profesora de artes en la escuela estadual y fue al Paraguay a realizar el entrenamiento de LFT, con la Avadhutika Ananda Girishuta Acarya. Al terminar, volvió al Brasil para trabajar en tiempo integral con pracar, organizando retiros, dharmacakras e inspirando a las niñas a aprender meditación, junto a la acarya Avadhutika Ananda Jaya Acarya, que la orientaba en la época. Esos proyectos, eventualmente, pasaron a tener más sentido que sus antiguas actividades. Al final de 2015, empezó el entrenamiento de acarya, que duró 1 año y 10 meses. Ella relata todo el proceso como “muy lindo y suave” y se alegra de haber usado su uniforme de acarya, por primera vez, en el importante evento International Dharma Maha Sammelan, en Katmandú (Nepal), en noviembre de 2017.

Actualmente, Didi Shivanii está en el sur del Brasil, haciendo exactamente lo que en el inicio pensaba que era necesario en el país: pracar. Considerando la demanda de mujeres de tener una didi presente en sus vidas, ella se siente feliz de poder iniciar tantas personas. La actuación en el propio país de origen es excepcional, mientras aguarda su visa para Australia. “El pracar cambió mi vida, me trajo un nuevo horizonte, abrió la puerta para vivir mi espiritualidad, me trajo esperanza de un mundo mejor. Fue una invitación para volverme Didi”.

La historia del Acarya Mahesvarananda Avadhuta comienza en los EEUU, a los 21 años, en una época en que solamente hippies y personas raras hacían yoga (él cuenta que era un poco de los dos). Con el yoga, comenzó a sentirse lleno de energía y, tres años después, estaba volando a la India, para el entrenamiento de monje. Trabajó 14 años en el Asia, 3 años en Europa y 22 años en América del Sur. Dada explica que vivir en un país diferente, con lengua, costumbres, comidas y psicología diferentes de su país de origen, es una manera de experimentar shock cultural. Y ese shock, en su opinión, es una manera de construir la paz mundial.  

“Las personas de esos países me enseñaron mucho sobre hospitalidad, generosidad, gentileza, humildad, comunidad y a ayudarse un a otros. Creo que nosotros podemos acabar con el hambre, la pobreza y la guerra, y dediqué toda mi fuerza física, mental y espiritual en esta vida, así como lo haré en mis futuras vidas, a alcanzar este objetivo lo más rápido posible. Yo creo que juntos, con la Gracia de Él nada es imposible – nosotros podemos cambiar el mundo”.

Dada Mahesvarananda enseño yoga y meditación en casi cien prisiones y cárceles, además de haber escrito algunos libros. Los dos más recientes son Después de Capitalismo, la visión de Prout para un nuevo mundo, con contribución de Noam Chomsky, y Cooperative Games for a Cooperative World: Facilitating Trust, Communication, and Spiritual Connection (Juegos Cooperativos para un Mundo Cooperativo: Facilitando Confianza, Comunicación y Conexión Espiritual). “Tengo 65 años ahora y me siento completamente realizado. No cambiaría este uniforme naranja por nada en este mundo”.

De la Redacción