En una primera mirada, cuestionar la existencia de voces negras en la Ananda Marga puede parecer irrelevante, una vez que la Ananda Marga propone una filosofía universalista. Entre tanto, el racismo que ocurre en la sociedad se refleja entre los anandamargiis. Por un lado, la Ananda Marga, en cuanto filosofía, se basa en un ideal espiritual universalista, que se pauta en la diversidad de manifestaciones de la Consciencia Cósmica, expresada en todos los seres, independientemente de colores y razas. Por otro, la realidad práctica de la comunidad de la Ananda Marga, o sea, las instituciones que llevan la filosofía de la Ananda Marga para el mundo, y las personas que hacen parte de la comunidad, pueden, sí, reproducir diferentes aspectos del racismo que estructura una gran parte de la sociedad (especialmente la Occidental).
En esa tercera parte de la serie “Universalismo”, Dharma for all Journal investiga si hay un espacio objetivo para que la diversidad propuesta por el universalismo de Baba realmente acontezca y considere las diferentes visiones de mundo. Esa investigación es extensa y podría generar diferentes respuestas, dependiendo de que parte del mundo está siendo considerada. Por ejemplo, existe, naturalmente, una mayoría de negros en la Ananda Marga de los países africanos – lo que no significa que el racismo no se exprese también en esos países. Entre tanto, concentramos las investigaciones de este reportaje en dos países occidentales, donde las discusiones sobre racismo están, actualmente, bien calientes: el Brasil y los EEUU.
Amrta (Aruanã Garcia), bhukti pradhan de la jagrti de Río de Janeiro, Brasil, hace parte de una pequeña parte de la población negra brasileña que ascendió socialmente. Según él, su familia, militante del movimiento negro, “aun no teniendo mucha plata, siempre tuvieron buena educación”. Amrta fue llevado por su deseo de practicar una “meditación más espiritual”. Después de frecuentar dos dharmacakras, ya sintió que aquel era su lugar.
“Cuando Ud. es una persona negra, lo primero que piensa, cuando es muy joven, es: ¿Qué está mal conmigo? Dentro del espacio de la jagrti en Copacabana yo nunca me sentí así. Ya tengo una precaución cuando voy a estos espacios. Primero, no había ninguna persona negra allí, yo llegaba y me sentaba en un rincón”. Amrta también completa, “La cuestión del racismo es que Ud. se vuelve una persona preparada para enfrentar situaciones difíciles, que el ambiente va a ser hostil contra Ud., no por su personalidad, si habla mucho o poco, si es feo o bonito, es una cuestión que está relacionada con su color”. Según él, el negro se va privando de estar en diversos espacios e, inclusive, escucha de los amigos negros “¿Cómo haces ese asunto de meditación, ese asunto de blancos?”. Amrta les dice que es una cultura universal, pero por lo visto, aun precisamos caminar bastante.
Para el Acarya Pavanananda Avadhuta, uno de los acaryas oriundos de África destinados al Brasil, los negros, por haber sido explotados por años, son más resistentes a algo nuevo como la filosofía de Anandamurti. “También estoy pensando mucho sobre eso, porque no tenemos muchas personas así en nuestra organización”, dice. Uno de los factores posibles, según él, es la baja renta de la población negra, pues una vez que la energía de esa población estaría dedicada a su sobrevivencia, no sobraría tiempo para las prácticas espirituales. “Baba dice que primera es preciso garantizar las necesidades básicas de la vida: educación, casa, remedios, comida, ropa. Sólo así, las personas tienen más tiempo para la espiritualidad”. Para Revati (Regina Célia Silva, RJ, Brasil), aunque esa cuestión sea relevante, existe también una falta de receptividad. “Pienso que, para que cualquier persona permanezca en un grupo, tiene que tener algo o alguien que lo sujete, que lo motive. ¡Que lo quiera! Falta hermandad. Ananda Marga es una institución elitista y los negros son en su mayoría pobres. No se sienten a voluntad. No se sienten como una familia verdadera”.
Onkarnath Deva (Eudes Cardozo, Son Paulo) se sintió de forma parecida a Revati cuando frecuentaba los eventos de la organización Ananda Marga. “La cuestión de la clase social siempre me llamó la atención”, dice. Como era uno de los pocos miembros negros de la comunidad, sentía que no era escuchado por los otros miembros y que las personas sacaban sus conclusiones como si conociesen su realidad. Revati cree que esa desigualdad de condiciones dificulta la convivencia: “No existe diálogo entre un margii negro que vive de artesanía, con un margii dueño de una empresa. Existirá el respeto, la cooperación, la unión a través de la ideología, pero queda por ahí. Los dadas y didis priorizan el contacto con margiis elitistas. Negros son bienvenidos, pero no se sienten acogidos. No veo esfuerzo para traer personas negras al grupo”.
El racismo, para Geísa Mattos (Fortaleza, CE, Brasil), no se limita a actitudes individuales, como frases o gestos de discriminación. Es una cuestión estructural, que, según ella, excede el universo del Brasil y de los EEUU. No en vano, en 2014, surge en los EEUU, el movimiento “Black Lives Matter” (“Vidas Negras Importan”), al mismo tiempo en que Amnistía Internacional Brasil crea la campaña “Joven Negro Vivo”.
Geísa estudió en su posdoctorado las conexiones del activismo contra la violencia policial y el racismo, y descubrió que en el siglo XX no se llevaba en cuenta el color de la piel de las víctimas de violencia en el Brasil. “Dos sociólogos brasileños (Jaime Alves y João Costa Vargas) denuncian lo que llaman de geografías de la muerte, la violencia de estado que busca el exterminio de esa población de diversas maneras. No sólo porque son personas abandonadas a la propia suerte en términos de salud, educación y negligencias de varios tipos, como son personas que van a morir temprano.” Hoy en día, se sabe que 77% de las muertes por homicidio, en este país, son de víctimas negras. La mayor parte de esos casos envuelve jóvenes entre 15 y 29 años, negros, hombres. En el Brasil tenemos, según el último censo de 2010, 51% de la población que se reconoce como negra. En los EEUU, son 12,3% de la población y, aun siendo minoría en ese país, son tres veces más susceptibles a la violencia policial.
Para discutir un escenario donde existen impactos del racismo entre los anandamargiis, es preciso observar cuestiones como representatividad (proporción de personas negras practicantes e inseridas en los espacios de poder) y representación (que historias son contadas sobre los negros y su cultura, y de qué forma). Anuragha (André Lucas, PR, Brasil) cita como ejemplo el retiro en Ananda Daksina (Viamão, RS, Brasil), que aconteció en febrero de 2018. Entre las centenas de participantes, él contó diez a quince personas que, como él, son negras. Además de eso, Revati (Regina Célia Silva, Río de Janeiro), en un retiro hace algunos años, sintió resistencia por parte de los dadas y didis para hacer una presentación de samba. Entre tanto, en 2018, Anuragha percibió “que las actividades culturales presentaron gran diversidad de manifestaciones, en específico me llamó la atención el acogimiento con que fueron recibidos el legado de la ancestralidad y de la cultura afrobrasileña expresada a través de la música, poesía y de la danza en los diferentes momentos en que fue presentada. Ocurrieron presentaciones contagiosas que tenían en común elementos de la matriz africana. En otro momento el samba fue evocado, envolviendo a todos”.
En la visión de Tarinii (Tarinii Isner), que vive en Ashville, NC, EEUU, el hinduismo es construido en un clasicismo – el histórico sistema de castas que define los status sociales de los indianos. Aunque la Ananda Marga sustente principios muy diferentes de ese sistema, Tarinii recuerda que fue en esa cultura que la organización nació. “Entonces, algo de eso puede estar profundamente entrelazado en su construcción. Comprender esa conexión histórica es muy importante, pues no podemos en movernos hacia adelante sin entender el pasado, porque lo que somos hoy es directamente impactado por lo que aconteció antes”. En su comunidad anandamargii, Tarinii dice que no existen muchos negros, como ella.
Para Tarinii, el neohumanismo, que en principio neutralizaría la existencia del racismo, no acontece en su plena expresión porque él no puede convivir al mismo tiempo que el capitalismo. “El neohumanismo incorpora mucho más equidad. Si alguien precisa más, ajustamos en la necesidad de la persona y del pueblo. Yo siento que en el capitalismo las necesidades no vienen del pueblo. El capitalismo apoya a aquellos que tienen dinero a conseguir más dinero. No necesariamente apoya personas con pocos recursos o personas de color”. Al mismo tiempo, ella se dice “orgullosa de todos nosotros que somos capaces de cuestionar, aun nuestra propia organización, porque así comenzamos a evolucionar”.
“¿Cómo expandir esa visión de mundo? ¿Quedará sólo entre la elite? La percepción comienza a cambiar cuando la gente se da cuenta de los privilegios, de que la exclusión está aconteciendo y que la gente no estaba percibiendo. Cuando la gente abre los ojos, ya es el primer paso. Tenemos que tener un tirón de orejas a veces, pues nosotros naturalizamos una realidad excluyente”, dice Geísa Mattos. Y, al traer la diversidad, según ella, tenemos que asumir que los conflictos vendrán y que es preciso estar con el corazón abierto, pues es cómodo mantenernos como un grupo homogéneo. “Pero ahí Ud. entra en una óptica de reproducción, reproducción de como hace la sociedad capitalista. Reproduce el saber, reproduce los privilegios apenas para los blancos, para los ricos y excluye toda una población. Entonces, si ese conocimiento (de la filosofía de Baba) es el más precioso que adquirimos, si es revolucionario en la manera de ver el mundo, tiene que ser el más inclusivo posible, y cada uno de nosotros, margiis, debemos esforzarnos para encontrar formas de inclusión”, concluye.
¿Cuáles serían los caminos para ser más inclusivos? Para Revati, es preciso cambiar la dinámica de dharma pracar de los anandamargiis, que hoy ya actúan en las periferias para prestar servicios, pero no priorizan crear, a partir de la periferia, un grupo que interactúe con toda la comunidad. Según Geísa, es importante que las personas blancas conviden a las negras para el diálogo, y que esa relación sea de escucha y aprendizaje de ambas partes. Amrta cree que es importante que todos estén próximos de la comunidad negra. Anuragha concuerda y sugiere que los liderazgos negros puedan presenciar uno de los grandes retiros anuales. Para él, los espacios de convivencia, “además de la socialización fraternal y del intenso contacto con las prácticas espirituales, se configuran en momentos de alto potencial para la organización política del movimiento, vista toda la confluencia presencial de margiis, acaryas, apoyadores y simpatizantes. Así, sería posible trazar objetivos y metas para el trabajo conjunto”.
Por Jayanti (Joana Amaral)
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