Al volver a Italia, después de su primer viaje a la India para ver a Baba, Kamaleshvara (Christian Franceschini) recibió del Acarya Rainjitananda Avadhuta la incumbencia de organizar una conferencia, en un lugar donde la Ananda Marga aun no tuviese presencia. Él tomó el pedido en serio, y en dos semanas había organizado un evento en una ciudad próxima: alquiló un salón por U$ 50 dólares, repartió pósteres y, en una noche de invierno, con fuerte neblina, tomó el tren para realizar su misión. Entre tanto, nadie apareció.
“En el inicio, creí apenas que las personas estuviesen atrasadas. Pero el tempo pasó y no vino nadie. Me quedé nervioso y frustrado, porque coloqué mucha esperanza y entusiasmo, de que podría darle algo al mundo, pero el mundo no estaba preparado”. Sintiéndose humillado, y reflexionando si esa no sería una prueba de Baba, pensó que, al menos, debería usar la ocasión para hacer su sadhana. El resultado fue inesperado y bienvenido. “Caí en samadhi y me quedé una hora en el local”, cuenta.
Al volver a casa, tarde en la noche, todavía precisó convencer a algunos policías de que no estaba drogado. “Volví en un estado de mucha buena venturanza”, cuenta. La historia le enseñó que hay siempre un buen motivo para siempre hacer pracar: “aun cuando no seas exitoso afuera, serás exitoso adentro”. Y, en su caso, el éxito vino de las dos formas. Hoy, años después de lo ocurrido, Kamaleshavara acumula en su trayectoria tres años como LFT; dos gestiones como bhukti pradhan, en la ciudad donde nació, en Bolzano, norte de Italia; entrenamientos concluidos como tattvika, acarya de familia y, en 2018, acarya sénior; además de haber servido en diferentes cargos, como, por ejemplo, miembro del Comité Nacional de la Ananda Marga en Italia.
Sus méritos no vienen apenas de sus posiciones, sino de los resultados de los servicios para los cuales contribuyó: construcción de una unidad maestra en Verona; creación de una fábrica de tofu y seitan para generar fondos para pracar; inicio de las publicaciones de Ananda Marga en Italia; lanzamiento de la Academia de yogis y la Academia de neohumanismo, como parte del departamento de Gurukul; y apertura de una tienda y centro de yoga llamado Dharmica Point. Como instructor de yoga y de meditación, más de 12 mil adultos ya pasaron por sus clases, conferencias y retiros, además de casi 10 mil niños de escuelas públicas. Publicó, también, dos livros: “Biopsicología Tántrica” y “Comida de los Dioses”, que juntos vendieron más de 8 mil unidades y están disponibles para compra online por Amazon.
Con tanta historia para contar, Kamaleshvara acabó volviéndose una referencia en cómo hacer pracar, y actualmente da entrenamientos para otros margiis que quieran desarrollarse como pracarakas. “Entrenar pracarakas es mi actividad favorita. Precisamos crear estructuras humanas, comités, entrenamientos, y también estructuras físicas, como jagrtis. Le prometí a Baba que haría eso, cuando tuve contacto personal. Todos los días repito esa promesa, y cada día lucho para llevar su misión adelante”, afirma. Para él, un buen trabajo de pracar depende de tres aspectos principales: ser ejemplo, entregarse a la gracia del Guru y comprender la realidad en que se desea actuar.
“Mi energía viene de la gracia de Baba. Y eso viene, primero, del estilo de vida. Seguir al máximo posible los 16 puntos te dejan vitalizado y con entusiasmo para trabajar para Baba”, cuenta, refriéndose a los dos primeros aspectos. Sobre conocer el contexto en que se actuará, reflexiona: “Una cosa es el idealismo de dharma pracar y otra es el realismo: ¿Qué puedes hacer en ese ambiente social, en ese momento histórico? Si estás muy adelante del tiempo, hablando de un modo muy complicado, aun si eres un ejemplo, vas a ser un buen pracar apenas en tu mente. No vas a tener éxito en la esfera externa. Precisa mezclarte con las personas, entender sus necesidades. No puedes ir ni muy rápido, ni muy lento. Si tu pracar no tiene ritmo, puedes tener éxito de vez en cuando, y después no lo tendrás más, pues otras personas serán más rápidas que tú, presentando las cosas de manera mejor. Las nuevas generaciones precisan algo atractivo, en caso contrario, es inútil. Ahí no es dharma para todos”.
Como ejemplo, Kamaleshvara cita la práctica de asanas, que en el pasado era hecha por pocas personas, en nichos específicos. “Eso cambió, y hoy puedes crear una escuela donde personas jóvenes quieran venir”. O sea, la creación de una escuela como esa, años atrás, habría sido precipitada, de la misma forma que no crearla ahora podría hacer que la Ananda Marga quedase superada. “Un dada me dijo que en los años 80 la Ananda Marga estaba 30 años al frente de la sociedad, y que ahora está 30 años atrás. ¡Las cosas están moviéndose tan rápido! Nosotros estábamos realmente al frente del tiempo. Ahora, debido a la situación interna de la Ananda Marga, aunque haya mucho flujo de proyectos, no tenemos una mente colectiva para entender la realidad del mundo y aplicar la visión de dharma pracar a la situación actual”.
Kamaleshvara explica que hay dos tipos de pracar más eficientes: el “cara a cara”, enfocado en la persona que precisa ser inspirada, y el enfocado en un público más amplio, hecho por medio de actividades de mayor escala, como cursos, conferencias y retiros. “Es preciso organizar eventos que atraigan e inspiren las personas para el dharma, y después hacer follow-up. Lo que hizo fue crear un ritmo que va desde el evento más fácil hasta el más difícil, y despacio las personas se afinan, haciendo que el proceso sea exitoso”, cuenta.
“Precisas tener una serie de instrumentos que haga que las personas sigan de manera fluida. Es como un rio. Clases de yoga, conferencias, seminarios de medio día, retiro de iniciantes de un fin de semana, retiros más intensos. Yo simplemente trato de crear la máquina, como un sistema, donde las personas entran en un flujo con varios eventos, de acuerdo con sus necesidades y capacidades”. Para que ese sistema funcione, él destaca la importancia de crear un equipo fuerte. “Para hacer un evento para 200 personas, precisas tener 20 voluntarios bien comprometidos. Entonces, para tener éxito, precisas trabajar duro para montar ese equipo, que entienda bien el espíritu de pracar”.
La claridad y fuerza de Kamaleshvara impresionan, pero como él mismo destaca, fueron características moldeadas por la práctica espiritual. A los 22 años, llevando una vida poco saludable, él entró en una profunda crisis, y llegó a pensar en suicidio. Durante el servicio militar, preguntas sobre el significado de su vida no salían de su cabeza. Fue cuando ganó de presente un libro sobre yoga. “Después del servicio, conocí un LFT en un tren, pues él me vio con el libro. Me invitó a una conferencia del Dada Rainjitananda. Dada me dio namah mantra y comencé a librarme de los malos hábitos que tenía. Fui iniciado en abril de 1987 y, desde entonces, mi vida se aceleró tan rápido, que en algunos meses yo estaba en la India, en Ananda Nagar, para ver Baba”, cuenta.
La visita a Baba fue tan poderosa, que al volver él cambió su vida completamente: pasó a dedicarse cada vez más a la sadhana y poco tiempo después inició entrenamiento de LFT. En 1989, tuvo contacto personal con Baba. “Él me dijo cosas muy buenas y me bendijo. Al volver, pasé a trabajar en tiempo integral para la misión”. Hoy, a los 55 años, él es casado con la tattvika Krisna Priya (Christina Terrible), con quien tiene dos hijos: Yogesh, de 17 años, y Chandra, de 14 años. “Si estás casado con una persona que también es ideológica, eso es el paraíso. Con los hijos, hay períodos en que te van seguir, pero después precisan vivir sus propias experiencias. Pero los principios de yama y nyama están allí, en su vida. Si eres es un ejemplo, ese ejemplo quedará en sus mentes toda la vida”.
Según él, después de haber capacitado miles de personas e iniciado otras centenas, es difícil saber quintas de ellas, de hecho, se volvieron margiis activos. “Las personas pueden no estar practicando la meditación, pero ciertamente van a decir que es importante. Yo diría que pocas personas permanecen en el tope de la actividad de pracar, pero muchos están dando soporte en la sociedad – las escuelas e instituciones están abriéndose. El hecho es que existen samskaras, además de la pseudocultura. Pero estamos siendo exitosos: la consciencia de la meditación en la sociedad está aumentando. Sólo precisamos esperar: las próximas generaciones van a continuar nuestro trabajo”, explica.
Por eso, él defiende con tanta vehemencia que la comunidad de Ananda Marga debe enfocarse en mejorar la calidad del trabajo de dharma pracar. “Precisamos tener en mente que debemos llevar a la sociedad a niveles más elevados. No significa adaptar todo y debilitar la ideología. La calidad de los pracarakas precisa mejorar. Dharma pracar depende de las personas, no de los libros. Libros son buenas herramientas para fortalecer, pero al final son apenas las personas, los pracarakas, que pueden hacer crecer esa misión, por su Gracia”.
Sepa más sobre Kamalesvhara y su trabajo:
Por Gurucaran (Gustavo Prudente)
Foto Lalita (Luara Balista)